Hakan "Carla" Carlqvist: la leyenda del motocross

Os presentamos a uno de los pilotos más increíbles de la historia del motocross. Hakan Carlqvist “Carla” protagonizó una de las actuaciones más gloriosas del Mundial cuando en el GP de Namur de 500 cc en 1988 le dio tiempo a parar a tomar una cerveza en plena competición y ganar su última carrera.

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Redaccion EnduroPro
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fecha11/07/2017


Texto: Chema Calleja / Fotos: Archivo EnduroPRO.

Hakan Carlqvist, es una de las figuras del motocross, que podemos considerar como un verdadero héroe. El alto y fuerte piloto sueco, era una de las figuras más admiradas del paddock en su época. Fue uno de los pilotos punteros del Mundial durante la segunda parte de la década de los 70 y toda la década de los 80. Consiguió dos campeonatos del mundo, uno en 250cc en el año 1979 pilotando una Husqvarna oficial y otro en 1983 en la categoría de 500 cc a lomos de una Yamaha.

Carla, como le llamaban amistosamente, fue uno de los pilotos más carismáticos y amistosos de su generación retirándose a la edad de 34 años. Corrió para casi todas las marcas, pero sus mayores éxitos fueron a bordo de Yamaha y Husqvarna.

Carla también fue piloto oficial de OSSA

Campeón del mundo de 250cc

Carlqvist comenzó corriendo para Kawasaki en el Nacional sueco en 1973. Pronto obtuvo notoriedad, ya que era uno de los Nacionales con más nivel de toda Europa en aquellos años y debutó en el mundial con la marca española Ossa en 1974. Corrió dos años con la Phantom, consiguiendo un segundo en el GP de Alemania en el primer año.

La marca ya se estaba desmantelando cuando le ficharon y unido a una lesión en el campeonato sueco en la pretemporada de 1975, acabaron rompiendo relaciones. Al año siguiente, fichó por Husqvarna, y a partir de ahí fue cuando obtuvo éxitos de relevancia. Fue piloto oficial en 1976, pero una lesión que le retiró de la temporada 77, le hizo dejar el equipo. Al año siguiente, siguió corriendo para Husqvarna pero de manera privada.

Sobre una Husky, consiguió la victoria en la prueba del Mundial de 250cc, celebrada en el mítico circuito catalán de El Vallés en el año 1978. Esto junto con las dos temporadas que corrió para la marca española Ossa en 1973 y 1974, le hizo ganarse un buen número de aficionados en nuestro país.

La victoria en España, y más aun la que consiguió en el Trofeo de las Naciones (motos de 250cc) de ese mismo año, le hicieron ganarse de nuevo la confianza de la fábrica, y para el año siguiente, 1979, le devolvieron el status de piloto oficial.

Hakan no defraudó y consiguió su primer título Mundial de 250cc. A pesar de haberse lesionado en el GP de Finlandia, consiguió vencer en 14 de las 21 mangas disputadas. El mayor punto débil, del gran Carlqvist fueron las lesiones. Estuvo más de dos años enteros sin competir a lo largo de su carrera debido a ellas.

La gloria la alcanzó con Kawasaki y Yamaha

Su paso a 500cc

En 1980 recién coronado campeón de 250cc, fichaba por Yamaha para correr en la categoría reina de 500cc. En el año de su debut, conseguía una magnifica tercera posición por detrás del belga Andre Malherbe y el americano Brad “Bad” Lackey. Pero en los dos años siguientes no tuvo mucha suerte y no pudo mejorar la posición conseguida quedando 3º en 1981 y 8º en 1982.

Parecía que Hakan estaba limitado por la mecánica de su Yamaha, que aún era refrigerada por aire frente a las nuevas Honda y Kawasaki de refrigeración líquida. Finalmente, en 1983 tras un campeonato reñidísimo con los dos pilotos del todopoderoso Team Honda, Andre Malherbe y Graham Noyce por fin conseguía el ansiado entorchado de 500cc. En estos años los aficionados españoles le pudieron ver rodar en el circuito alcarreño de Yunquera de Henares. Es recordado por su bigote y su gran estatura y corpulencia frente a su achaparrado rival, Georges Jobé.

El declive: marcado por las lesiones

A la temporada siguiente una lesión le volvió a dejar fuera toda la temporada, y ahí empezó el declive de este gran piloto. Con una temporada en blanco en 1984, en 1985 Yamaha ya no confiaba en él, y él tampoco confiaba en su moto, que se quedó muy atrás frente a la competencia.

Las demás motos tenían refrigeración líquida y chasis y frenos de diseños más modernos mientras que Yamaha llevaba años sin evolucionar la YZ490. El último año que corrió para la marca, 1986 se le veía claramente disgustado en muchas de las carreras con su moto, y todos sabían que era inferior.

Para 1987 Yamaha sacó la moto que para muchos es la moto de fábrica más avanzada a su tiempo jamás creada. La YZM 500, de refrigeración líquida y de chasis de aluminio. Era tan avanzada que Yamaha tardó 19 años en sacar una moto con un chasis parecido a este. Pero ya era demasiado tarde y Carla nunca confió en la marca de los diapasones.

Por ello, sus dos últimas temporadas las hizo a bordo de una Kawasaki privada. Iba en su propia furgoneta a las carreras del Mundial ayudado por su fiel hermano que hacía las veces de mecánico y conductor.

Del hundiento a la gloria

Es aquí donde empieza nuestra historia de cómo un piloto que estaba supuestamente acabado cumplió su sueño de emular a Joel Robert, ganando ambas mangas con tiempo de sobra para hacer una parada a tomar una cerveza. El escenario de esta hazaña, hace que sea aún más legendaria, ya que se trata del imponente y ya extinto circuito de la Ciudadela de Namur, en Bélgica.

Namur es una pequeña localidad belga, capital de la región de Walonia, una ciudad tranquila y silenciosa. Pero año tras año, al llegar el verano la cuidad se llenaba del rugir de las máquinas de motocross mejor afinadas y los mejores pilotos del mundo subiendo por las colinas y cruzando los bosques de la fortaleza medieval situada en el centro de la cuidad. La ciudadela de Namur, declarada patrimonio histórico, es una fortaleza de piedra del siglo III. Ha sido testigo de la historia pasada y reciente de Bélgica, ya que ha albergado conflictos en todas las épocas, debido a su situación estratégica en el centro de Europa. Una vez acabada la II Guerra Mundial, los habitantes de la cuidad usaron sus ruinas para practicar motocross, y así es como se comenzó a competir en este especial lugar. Todos los años, el primer domingo de agosto, se celebraba el Gran Premio de Namur.

El trazado: La extraña Ciudadela
El circuito es el más extraño y complicado que jamás se haya competido en el Mundial.
La salida, colocada en el centro de la ciudadela, era una gran explanada con la parrilla y varias curvas, presidida por una grada a modo de anfiteatro, que se usó antiguamente para carreras de cuadrigas. Después el circuito se adentraba en el bosque, con zonas en las que no da el sol en todo el año, una trampa de raíces y claroscuros, que exigía los mayores reflejos. Dentro de este bosque habían impresionantes cortados y subidas que quitaban el hipo a los más valientes, y continuaba serpenteando por la ciudadela, con tramos tan estrechos que prácticamente no entraba una sola moto.

Al salir del bosque tomaba una carretera de asfalto que se hacía a fondo, con un salto también de asfalto, para continuar por una carretera adoquinada con varias curvas en contraperalte, toda esta sección era rapidísima, y para finalizar entraba a una sección de arena con otra recta de grandes mesetas y volver a entrar a la explanada del anfiteatro. Un verdadero carrusel en el que era imposible poner las motos a punto ni de suspensiones ni de neumáticos, y la habilidad del piloto era lo más importante.

La leyenda de Carla
Ese día de 1988, Carla sabía que algo iba a pasar, él se sentía bien y había cuajado muy buenas actuaciones en este circuito. Un maestro del pilotaje en 500cc, su tacto de gas, le beneficiaba en las zonas tan resbaladizas del circuito. Ya se le había pasado esta ida por la cabeza, pero al correr para equipos oficiales, nunca le dejaron, ahora que era privado e iba por su cuenta era la ocasión especial para intentarlo. Aparcó su furgoneta en la parte trasera del circuito, lejos de los camiones oficiales y los mecánicos, para que su hermano le tomara tiempos con otra referencia, y así el resto de equipos no pudieran saber si era una amenaza.

Al llegar la primera manga Hakan estaba confiado, y mandó a su hermano al mítico Chalet du Monument. Un bar situado junto a la recta de asfalto del circuito, en el que se reunían los aficionados ingleses y belgas más festivos a beber la cerveza Jupiter de fabricación local, y animar a los pilotos desde la terraza.

Al dar la salida Hakan conseguía la primera posición, y poco a poco iba imponiendo su fuerte y a la vez calculado ritmo. Solo David Thorpe, el bicampeón inglés podía seguirle durante las primeras vueltas, pero acarreaba una lesión de hombro, que enseguida le dejó sin fuerzas y tuvo que dejar a Carlqvist solo en el liderato. Poco a poco Hakan fue abriendo hueco hasta conseguir más de 30 segundos de ventaja respecto al segundo, ahí a falta de dos vueltas, es cuando su hermano le indicó la parada en la pizarra y no lo dudó. Aprovechando su casco abierto, se detuvo a la altura del Chalet du Monument e hizo historia, pasando a ser una de las hazañas más increíbles y curiosas que se recuerdan en el Mundial de motocross.

Por un momento los directores de carrera pensaron en descalificarle, pero afortunadamente no fue así. Para confirmar su logro, Hakan salió en la segunda manga y barrió otra vez a la competencia, pero esta vez sin parada especial. Ese día Eric Geboers se proclamó Campeón del mundo, pero el auténtico héroe de Namur será siempre el bueno de Carla.

Tras esta carrera, Carlqvist terminó la temporada y decidió colgar las botas. Se retiró como una leyenda y uno de los más carismáticos, extrovertidos y técnicos piloto del Mundial. Después corrió rallies como afición y sigue dejándose ver por carreras como el Motocross de las Naciones de Clásicas que se celebra en Farleigh Castle en Inglaterra.